Descripción
Colgante Cruz de la Vida H40 de longitud 40 mm (acero hipo alérgico) extensible para poder hacerlo gargantilla o que cuelgue más del cuello.
El acero inoxidable que utiliza Joyería García Pitarch, es un material hipoalérgico que no produce reacciones en la piel y conserva todas sus propiedades fisicas no alterándose su color.
La cruz ansada, junto con el ojo de udjat y el escarabajo, compone la trilogía de amuletos más característicos del antiguo Egipto. Su signo jeroglífico significa vida (aliento de vida) y es un símbolo que apunta a la divina y eterna existencia.
La Cruz Ank es la cruz egipcia de la vida conocida también como La Llave de la Vida o llave de la fertilidad.
El Ank es una cruz, con un ovalo en la parte alta, que la hace asemejarse a la cruz cristiana. Es uno de los símbolos más importantes del Egipto Milenario, porque además es un signo que ofrece mucha protección.
Su simbología representa a la “Vida”, o también “la vida eterna”.
La argolla superior representa la entrada del agua que inundaba el valle del Nilo y producía la fertilidad. A menudo se la representó en la mano de los faraones egipcios, en cuya coronación jugaba un importante papel.
Su simbología representa a la “Vida”, o “la vida eterna”. Se dice que representa al aire y al agua como elementos dadores de vida y se la ofrecía ante los labios de los reyes como símbolo de “Soplo de vida”. Era la llave de la vida y estaba considerado el amuleto más antiguo de esta civilización. Su símbolo combina los principios generadores del hombre (la línea recta) y de la mujer (el círculo) en el mismo diseño.
Dicen que del símbolo del Ankh surgió el símbolo del planeta Venus, por lo que también se relaciona con la espiritualidad, ya que el símbolo consiste en un círculo sobre una cruz, es decir, el espíritu predominando sobre la materia.
Su imagen es similar a la cruz cristiana; únicamente varía la parte superior, que resenta una forma ovalada a modo de argolla o asa.
Los egipcios consideraban a esta cruz como el símbolo de la vida, y era uno de los principales atributos de la diosa Isis, que fue quien consiguió devolver la vida a su esposo y hermano Osiris. Aunque, en realidad, la mayoría de los dioses, en su calidad de inmortales, la llevaban.
Son muy numerosos los grabados y esculturas en los que aparece un dios o diosa con la cruz en la mano, acercándosela a la nariz de algún otro dios o protegido. Con este gesto el portador de la cruz insuflaba aliento de vida al otro, quien a su vez, lo recibía a través de las ventanas de su nariz.
La cruz ansada representa la vida en un amplio concepto. Es la vida con mayúscula, la que no acaba con la muerte, la que resurge y continúa. Por eso, se aplicaba a la frente de los faraones, para que su visión de la eternidad prevaleciera durante todo su mandato por encima de cualquier contratiempo. Por tanto, como amuleto, favorece la longevidad y la sabiduría de quien ha vivido muchas vidas.
El “aliento de vida”
El Ankh es representado en ocasiones como un objeto con procedencia directa desde el disco solar que es ofrecido al faraón para pueda administrar el aliento de vida entre los hombres. En otras aparece en las manos de los Dioses como un símbolo de Vida Eterna y como llave de los misterios de la naturaleza, tal como el hombre, microcosmos, es la llave del macrocosmos.
También suele aparecer en las manos de los Dioses frente a la nariz del rey, otorgándole el “aliento de vida”, o cuando chorros de agua en forma de Ankh fluyen sobre el rey durante la purificación ritual. Como símbolo de la imperecedera fuerza vital fue representada en las paredes de templos y en estelas.
Aparece grabado en piedra en los dinteles de las puertas de los templos, también solía grabarse en bajos y altos relieves como el centro de un motivo ornado por báculos de Anubis y navegando sobre la Barca Solar.
Como amuleto, al Ankh, se le atribuiría la capacidad de atraer y conservar el aliento de la vida y las fuerzas vitales. Son muy numerosos los grabados y esculturas en los que aparece un dios o diosa con la cruz en la mano, acercándosela a la nariz de algún otro dios o protegido. Con este gesto el portador de la cruz insuflaba aliento de vida al otro, quien a su vez, lo recibía a través de las ventanas de su nariz.
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